Como padres, debemos saber que nuestro estado de salud oral repercute en la de nuestros hijos, ya que el bebe nace sin microorganismos en la boca y que se contagia de su círculo más directo. Los gérmenes de la cavidad oral de los adultos próximos al niño pueden transmitirse a su boca a través de la saliva (besos, intercambio de cucharas, prueba de alimentos y, sobre todo, a través de un gesto muy común, la limpieza del chupete o tetina con la saliva del adulto). Por todo ello, debemos evitar compartir con el bebe cosas que han pasado por nuestra boca, y debemos mantener un correcto estado de salud oral e higiene bucodental.
Por otro lado, una buena higiene oral, incluso antes de comenzar con la dentición, es fundamental para prevenir la presencia de bacterias que están asociadas a la caries dental y otras afecciones infecciosas. Además, durante los primeros meses de vida, el bebé se encuentra en una fase oral pasiva, en la cual disfruta del masaje y manipulación de su boca, lo cual hace que esta etapa sea óptima para introducir hábitos de higiene oral.
Desde el principio, aunque el niño no tenga dientes, es conveniente realizar la limpieza de las encías, la lengua y la cara interna de las mejillas y de los labios, después de cada toma, para eliminar los residuos que puedan quedar.